La popular canción de los 70 de The Buggles, “Video killed the radio star”, contaba cómo la aparición del video mató al ídolo radiofónico del que hablaba la canción. ¿Está pasando lo mismo con la gestión ágil y predictiva de proyectos? ¿Está sustituyendo la gestión ágil a la gestión predictiva de proyectos abocando a esta última a su desaparición?

La clarísima respuesta es NO.

Ni el video mató a las estrellas de la radio (o no a todas), ni la gestión ágil va a terminar con la predictiva.

Esto no va de preferencias personales, gustos ni modas. Se trata de ser excelentes en la gestión, y cada tipo de proyecto se beneficia de una metodología concreta.

¿Cuándo es recomendable un enfoque predictivo de gestión de proyectos?

Cuando el entregable final puede definirse con exactitud. Cuando podemos cerrar el alcance del proyecto antes del comienzo del trabajo. 

En base a dicho alcance, se marcará el tiempo y el coste del proyecto. En este tipo de metodologías, creamos un plan inicial que tratamos de seguir con la mayor precisión posible. Si surgen o necesitamos implementar cambios, estos se evalúan y si son aprobados, se incluyen en el alcance y en la planificación del proyecto.

Un proyecto de renovación de una cocina, la creación de un nuevo e-commerce, el rediseño de una APP, una auditoría de tráfico de los activos digitales de una marca,… para todos estos, una gestión predictiva será la más eficiente y efectiva.

¿O acaso dejarías que los gremios empezaran a picar las baldosas de tu cocina sin que haya un plan cerrado detrás y sepas a ciencia cierta qué van a hacer, qué día acabarán y cuánto te va a costar?

Hay proyectos por lo tanto para los que la gestión predictiva es la más adecuada, y no hay moda o preferencia personal que pueda cambiar eso.

Y, ¿cuándo es recomendable un enfoque ágil?

Cuando únicamente tenemos una visión de lo que queremos conseguir, pero no cómo esta se materializará. Queremos, por ejemplo, montar un proyecto a 12 meses para optimizar la conversión a venta de nuestro e-commerce o mejorar en un 15% la captación de tráfico orgánico de nuestro site.

Para estos proyectos podemos construir una visión e incluso definir unos KPIs que nos marquen si estamos consiguiendo nuestra visión y objetivos. Lo que no podemos construir antes de empezar son las tareas exactas a realizar en los próximos 12 meses para lograr dicho objetivo.

Definiremos un backlog de tareas a llevar a cabo, y a medida que vayamos ejecutándolas en los diferentes sprints, iremos virando nuestra dirección, actualizando el backlog con nuevas ideas y tareas aprendidas de la experiencia adquirida. Todas estas actualizaciones del plan inicial las llevaremos a cabo para ir acercándonos poco a poco a los objetivos marcados. 

Esta es la forma de trabajo detrás de un proyecto ágil. 

Volviendo al mismo ejemplo, ¿dejarías que un “equipo de construcción agile” entrara a reformar tu cocina diciéndote que en 6 meses tendrás una preciosa cocina por 30.000 euros sin especificar diseño final sino que se iremos viendo qué hacemos a medida que vamos trabajando? Yo, personalmente, no dejaría empezar los trabajos en mi casa a este «equipo de construcción agile».

¿Qué otros factores pueden afectar tu decisión como gestor para elegir una metodología u otra?

Vemos el top 5:

  1. Prioridades del negocio: ¿qué es más importante? ¿el cumplimiento de unas fechas concretas de salida a mercado o potenciar la creación de valor?
  2. Estabilidad de los requisitos: ¿podemos crear una descripción de requisitos detallada al principio del proyecto y que esta sea estable a lo largo del mismo?
  3. Maleabilidad y coste de la materia prima: ¿cómo de fácil es modificar el producto con el aprendizaje de los sprints? Porque no es lo mismo modificar software, circuitos eléctricos, construcciones civiles,… 
  4. Coste del prototipado: En agile, el prototipado y el feedback que proporciona el cliente, son extremadamente importantes, especialmente en el desarrollo de nuevos productos o de sistemas innovadores, pero en ciertos tipos de proyectos esto puede salir carísimo.
  5. Cultura de la organización: los enfoques ágiles están muy basados en el talento de las personas y no en el seguimiento de unos procesos. Es por ello que resultarán problemáticos los ambientes laborales basados en el control, excesivamente normalizados y jerarquizados.

Por lo tanto, no existe una metodología mejor que otra, no nos dejemos vencer por los gustos o las modas. Da igual lo que a tí te guste o que se te dé mejor gestionar de una forma u otra.

Lo que deberás hacer como gestor es, en función del proyecto que caiga en tus manos, aplicar una metodología u otra. Punto.

Así que más vale que seas un gestor con formación y experiencia en ambos, porque este es el escenario empresarial en el que nos encontramos ahora mismo.

Pero… y ¿qué hay de los enfoques híbridos?…

Lo veremos en un próximo post 😉

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Foto de Daria Nepriakhina en Unsplash

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